My best bass.
History of the capture
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El
protagonista. Pic of Ruben Sevillano
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Muchas horas
tras una captura decente. Un pez nada fácil en estos tamaños en nuestros spots más
cercanos. Y, aun así, los más decentes no se hallan a menos de dos horas en
coche.
En
Catalunya, a pesar de contar con privilegiadas zonas donde estos peces podrían
llegar a mostrar tamaños mucho mayores, desde la administración se insiste en
aniquilar incluso este deportivo pez de sus aguas, como es el caso de Banyoles.
En otros entornos, bien protegidos por una muy buena gestión de clubes de
pesca, bien escondidos de las presiones de deportivos y, de lo que es aún peor,
de sarteneros en zonas más conocidas, otras poblaciones muestran los primeros
síntomas de recuperación y crecimiento. Como es el caso de nuestro auténtico
protagonista. Un superviviente.
La jornada
De las
intensas, alocadas y frenéticas que tanto nos gustan a mi compañero de equipo y
a un servidor.
Montonazos
de kilómetros indecentes para realizar los en una sola tarde. Mas horas de
coche que de pesca. Pero es eso, o no pescar. Es eso, o no alcanzar tus metas.
Es eso, o no tener la posibilidad de superarte. ¿Y si en una de estas te calzas
el pez de tu vida?
El
equipo. Pic of Ruben Sevillano
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Zumbando a
casa de Rubén. Cubiertas mis espaldas con mi siempre imprescindible madre al
cuidado de mis dos pequesaurios. Sin apenas tiempo de preparar equipos, casi
siempre apunto al contar con un equipo tan versátil y polivalente; caña
Hicari Xtr en 240 y una formidable acción de 7-23, montada con su compañero de
batallas, Penn Clash en tamaño 2000 que me ofrece la ligereza, robustez y
potencia para afrontar mis jornadas de pesca. De locura. De pasión
convertida en obsesión.
Sin perder
tiempo, cargamos todo a su coche y para la charca, donde nuestro compañero de
esta aventura ya nos esperaba tentando tan escasos y preciados verdes.
El viaje se
hace corto. Me invade de hace días una sensación extraña que, sin quitarme el
sueño como en otras ocasiones, si me producía una mezcla de nervios que me decían
que esa jornada nos depararía algo grande. No las tenía todas conmigo de quien sería
el protagonista, tanto por pescadores como por peces. Pero algo me decía que tendríamos
entre manos a un coloso.
Quizás el
karma de saber que en el fondo, el motivo del viaje, era hacer entrega de una
sacadera, encontrada hacía unas jornadas, a un muy buen mozo que la precisaba.
Al no salir le dueño tras compartir el hallazgo en mis redes sociales, fue
directamente para el primero que me la pidió.
La captura
Karma o no,
mis compañeros empezaron muy bien su jornada mientras a mí, se me resistían las
capturas. Me desmoralizó mucho más de lo que imaginaba, la pérdida de un buen
ejemplar que mordió con decisión mi Spinnerbait de grandes dimensiones. Tenía
claro que esta vez, quería un pez grande. Y así fue; un gran pez con un gran
señuelo, pero de escasos 7 cm y 5 gramos de peso.
Nuestro
benjamín se hacía de numerosas y buenas capturas a Darting, a pez visto muchas
de ellas, resultando ser una técnica más que efectiva, divertida y visual.
Adaptándome
a lo que contemplaban perplejos mis ojos, decidí montar al más pequeño de la
familia Swat Shad, de la casa Deladande, que tan buenos resultados me había dado
con multitud de especies, en color 88, que resulta muy efectivo en todas las
aguas y condiciones en las que lo he usado.
A una altura
considerable, observé de repente este tremendo ejemplar patrullando a unos
escasos centímetros de la superficie por lo que, rápidamente, advertí e indiqué
a mi compañero que llevaba montado un paseante que tirara en la zona para
arrancar su picada. Pero este Bass ni se inmutó. Decido lanzar le a unos
15 metros el vinilo, sin dejarlo hundir y acercándolo con el máximo sigilo y
naturalidad posibles. Pero fue en vano. En cuanto el vinilo se puso a tiro de
su enorme bocaza, éste se dio la vuelta para desaparecer en las verdes
aguas. Algo me decía que dejara el vinilito allí, como chapoteando,
haciendo vibrar el agua así como lo hacían los numerosos y diminutos alburnos
con el suave lloviznar que intermitentemente rompían la calma superficie del
agua. Y así, absorto en el vibrante chapoteo que ejercía con la dulce puntera
de mi Hicari, apareció sin más nuestro protagonista, provocando en mí una
parálisis instantánea, eterna pero del todo fugaz, parando por un momento el movimiento
de mi artificial. Ello provocó el emboque tan esperado como soñado, a
cámara lenta, para facilitarme la clavada suave, tímida por el miedo de sacar
el vinilo de sus fauces y, instantáneamente, junto al tensar de la línea,
clavar esta vez con más decisión provocando el primero de muchos saltos de este
asombroso ejemplar.
- ¡He
trincado el tocho! grité como un niño que clava su primer pez, y que pez. Hasta
el día de hoy el más grande, fuerte y luchador que ha pasado por mis manos y
que haya visto en directo. Adrenalina por las nubes, tensión de cada uno de mis
músculos y articulaciones mientras me invadía la inevitable mezcla de euforia y
temor por perder semejante pez.
Y aquí entra
en juego no solo un buen equipo, sino gozar de buenos compañeros que no dudaron
en acudir en mi ayuda para ensalabrar la captura en una zona muy
complicada.
Me hallaba a
unos diez metros del agua, en una zona de cortantes que hacían imposible
acceder a un lugar más cómodo donde igualar las condiciones del combate.
Por entonces tenía todas las de ganar el pez; no podía maniobrar, debía ceder línea
para evitar la rotura de mi trenzado Duel Super X-wire y el
fluorocarbono FC Guide Special que, lejos de mostrar el más mínimo
indicativo de ceder, me ayudaron y de qué manera a manejar las embestidas y
saltos del que parecía ser rey de la zona.
El freno
progresivo, suave y potente del Penn Clash hicieron aún más llevadera y
divertida la batalla para evitar el temido roce con las rocas someras. Para
ello, la reserva de potencia de la Hicari, fue determinante para gobernar el
pez hasta una playa cercana donde se hallaba ya uno de mis compañeros, salabre
en mano, encontrado días antes.
¡Que bonito
azar y estreno!
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Las
primeras fotos a pie de orilla. Mostraba una herida en la cola de la que no
me percaté hasta contemplar y analizar las instantáneas en mi hogar. Pic of David Fishing
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Las fotos de
rigor, con nuestras caras dibujando la felicidad de poder disfrutar de
semejante ejemplar que, quizás, en otras latitudes sea una captura más o menos
habitual pero que, para quien los pesca desde los 5 años en balsas
donde gozaban de muy buena salud y "secreto", es sin duda el más
sano, rechoncho, largo, fuerte y luchador Black Bass que ha visto, sentido y
luchado en vivo y en directo.
Seguiremos
disfrutando de un equipo excepcional, polivalente y divertido junto a mi
inseparable compañero de equipo y locuras.
Y como no, disfrutando de ese instante en que agradecemos la picada, la
lucha, la oportunidad, un instante de su vida, experiencia y sabiduría de
nuestra captura, devolviéndola a su hogar, a su medio que es donde mejor esta
y, con una pizca de suerte, hará disfrutar de semejantes vivencias a nuestros
compañeros, quizás incluso hijos y, porque no, quizás a uno mismo.
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Buena y feliz pesca responsable a tod@s!
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